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Ultima actualización
14 Agosto 2005











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Anécdotas

Rockdrigo en Aguascalientes, en Fanzines de Aguascalientes

Rodrigo González estuvo tres días y dos noches en Aguascalientes. Llegó el viernes por la mañana a la central camionera donde fue recibido por los chilenos que lo contrataron: Sara, Carepa y su hija. Acomodaron en la camionetita VW donde viajaron desde Canadá hasta Aguascalientes el estuche con la guitarra y la maleta del músico, que contenía el par de mudas de ropa interior y exterior, un juego de armónicas y una veintena de casetes de Urbanistorias para vender y completar el chivo.

No estoy seguro, pero es probable que a Rodrigo lo contactaran por medio de Gabino Palomares con quien hubo buena relación desde que el otro chileno, Ismael Durán, abrió y mantuvo la primera peña: El caminero en el costado norte del jardín de San Marcos desde 1982, relación que heredaron para Los Artesanos y resultar las dos únicas peñas "en el sentido estricto del concepto" que hubo en la ciudad.

Sara y Carepa en Los Artesanos no pasaron por momentos tan malos como sí sucedió a Ismael en El Caminero, cuando en los muros del negocio llegaron a pintar "comunistas de mierda", o bien "rojos fuera de Aguas". Todos ellos estuvieron exiliados en Canadá desde el golpe de estado contra Salvador Allende y su pueblo; de hecho Carepa estuvo a punto de perder la vida, y Sara alcanzó a rescatarlo y huyeron. Como muchos más, llegaron a Canadá y formaron una colonia, se organizaron de la mejor manera posible para sobrevivir, y, como buenos subdesarrollados latinoamericanos, lo mejor que sabían hacer era cantar, tocar guitarras y bombos, freír "calzones rotos" (unas galletitas sabrosas) y administrar cafetines. En 1982 primero llegó Ismael con su esposa, una norteamericana que no recuerdo su nombre, e hijos, y, al año siguiente, arribaron los demás.

Ismael regresó a Estados Unidos en 1984 y el resto permanecieron hasta 1985, cansados de la vida miserable mexicana, parecida a la chilena, y también regresaron a Canadá. La represión física e ideológica en Chile, su calidad de asilados, las necesidades de organización para ofrecer resistencia política desde el exterior contra Pinochet y banda, los puso en contacto con organizaciones civiles que les ofrecieron apoyo, sobre todo económico gracias al cual pudieron sobrevivir, y presuntamente realizar otras actividades políticas de mayor envergadura, de las cuales no tengo evidencia, aunque sí sospechaba. Cuando llegaron los chilenos la juventud local con un poco de información y conciencia de lo que significa una dictadura militar se solidarizó con ellos, cooperaron para que se instalaran e hicieran algo para sobrevivir; entonces ya funcionaban los grupos, los comités de solidaridad con los pueblos de El Salvador y de Nicaragua, que pueden considerarse las primeras organizaciones ciudadanas con cierta autonomía de partidos políticos que hacían algo por los derechos humanos, y gracias a los chilenos aprenden a solicitar apoyos materiales a organizaciones filiales foráneas para desarrollar las actividades que los aglutina.

Ismael Duran, aparte de montar El Caminero, se relacionó con José Dávila, entonces director de XENM, Radio Casa de la Cultura, donde produjo varios programas de música latinoamericana, "lamentosa" como la califica Dávila hasta la fecha, y fueron sin lugar a dudas los mejores que se produjeron en la radio cultural de la entidad, con material discográfico del chileno porque, como siempre, la fonoteca de la estación se integraba con música académica y temas de películas, que son las dos colecciones básicas en la vida de Dávila.

Ismael, para abrir El Caminero, contó con el apoyo de los incipientes grupos de música folklórica y tradicional que sobrevivían en la ciudad, sin foros, sin espacios a no ser los que se generaban automáticamente durante los programas culturales anuales de la feria de San Marcos, en los que brillaban las estrellas foráneas como Oscar Chávez y Los Folkloristas, además de Tehua, On’tá y Amparo Ochoa.

El Caminero se sostuvo por ser el primer negocio en la ciudad donde el ambiente sonoro se creaba con e?????sa música latinoamericana, con el amplio repertorio de fusiles que el mismo Ismael Durán interpretaba, pronto apoyado con los palomazos de los músicos y grupos locales, hasta la contratación de músicos y grupos foráneos, hasta integrar un programa que incluyó literatura con escritores locales; creo que Jorge Castillo leyó antes de la presentación de Amparo Ochoa, Ricardo Esquer alternó con Gabino "Pa’losbares", yo mismo leí uno de mis cuentos cuando se presentó León Chávez Texeiro, y alguien más lo hizo cuando se presentó el grupo Escalón.

Concepto, organización, contacto y hasta algo de equipo de sonido heredaron de Ismael para el montaje de Los Artesanos, localizado en la avenida José Ma. Chávez, a un costado del diario local El Heraldo, a unos cien metros de la plaza principal, el mismo local que luego sirvió temporalmente de funeraria, tapicería y en la actualidad forma parte de las instalaciones del mismo periódico. Frente al local pasaron los chilenos con Rodrigo cuando lo llevaban a la casa para que desayunara y ponerse de acuerdo dónde habría de hospedarse, pero creo que no hubo acuerdo alguno.

A Rodrigo me lo presentaron los chilenos por la tarde, cuando llegué a ver qué onda con José Dávila quien se encargaría de sonorizar y grabar. Los chilenos navegaban con bandera de que saben mucho, que eran más chidos que Marx y que el cristiano Chucho, y por eso le pagaron una miseria al Rodrigo; yo los conocí más o menos porque también trabajé de mesero una temporada con Ismael en El Caminero, aprovecharon que Rodrigo necesitaba oírse y a cambio de las tocadas le ofrecieron un poco de dinero con viáticos incluidos y la grabación que Dávila hiciera, al que organizaron sin batallar gracias al evidente talento del músico que envió un casete para efectos de promoción.

Rodrigo quería las grabaciones para ponderar su material, tenía poco de haber editado Urbanistorias, pero le rondaba el proyecto con el grupo Qual, eso aprovecharon los chilenos; el caso es que Dávila grabó el primer día, fueron casi tres horas de grabación en dos tandas de poco más de una hora cada una, entre las 8 y las 12 de la noche, hora en que por ley tenía que cerrar el local; el segundo día tuvo el mismo horario, el repertorio fue el mismo, aunque en otro orden y, si acaso la única pieza que se quedó sin registro fue la de El Mercenario. A mi entender tocó y cantó mejor el primer día, el que fue grabado, porque no andaba desvelado, ni crudo y, definitivamente, hubo mejor público, pues el sábado fue quizá demasiado fresa, era el día de los "folcloroides" como los retrata Federico Arana, a diferencia de los más rockeros del día anterior.

No supe si los chilenos enviaron a Rodrigo la copia de la grabación que yo les entregue para ello, luego de dos o tres meses que Concho "el paciente ayuda de Dávila" tardó en limpiar la grabación original y hacer las copias en casete, una para mi y otra para el músico, copias de la cinta original, la que José Dávila entregó a Modesto López, luego que lo grilló con el pretexto que era para obtener fondos con los cuales ayudar a la hija de Rodrigo que se encontraba enferma; pasó el tiempo, me entero por la prensa que la hija del músico seguía enferma, no así las finanzas de Modesto que vendía bien el primer disco con parte de las grabaciones hechas en Aguascalientes, y luego los otros dos con los que agota el repertorio interpretado en Los Artesanos.

Con ganas de seguir en el rol con Rodrigo por la entidad, luego que los chilenos cerraron su changarro, Cesar y Juana Celia ofrecieron su casa en Jardines de la Asunción, una colonia residencial del sur de la ciudad, hasta donde fuimos el grupo de amigos con el músico por delante donde siguió el reventón hasta el amanecer. No tardó mucho, ni se hizo del rogar para sacar del estuche la guitarra y la armónica y seguir haciendo música, albureando, en ocasiones explicando algunos detalles particulares de la pieza que acababa de interpretar, no sólo las propias, también ajenas, covers, entre ellos el de los Creedence que alcancé a grabar en un casete que tenía puesta la grabadora patito de Paulina, la hija de los anfitriones que entonces dormía como buena niña que acababa de entrar a la primaria.

Esa es verdaderamente una grabación de chiripada porque en una vuelta que di al bar para servirme otro trago, la vi arrinconada y conectada, con un casete metido y lo único que hice fue apretar las teclas correspondientes y ponerla en un sitio donde recibiera mejor el sonido. La fiesta terminó, todos nos fuimos y no volví a ver a los anfitriones en varios meses, hasta que nos encontramos en algún lugar y Juana Celia me reclamó porque había echado a perder el casete de Paulina; ni modo, le respondí, en cualquier momento se lo repongo. Cuando los visité de nuevo ya había pasado el terremoto de la ciudad de México, aceptaron el casete de repuesto con música de Cri Cri, pero no me dieron el que tenía a Rodrigo. Ya lo habían adoptado como reliquia.

Por supuesto que me dejaron hacer copia de esa parte, es con la que completé el casete con la grabación en Los Artesanos, es la cinta que en el 2001 presté a Ramón Arredondo para el proyecto de grabaciones de aniversario de Radio Universidad, que para el 2002 no me regresaba aún, pero que tuvo a bien dar copia a los chavos que armaron el sitio en internet (www.rockdrigo.com.mx) para rendir culto a Rodrigo con todo lo habido y por haber, imágenes y sonido de él y sobre él. Supongo que eso pudo ser mi mejor colaboración al sitio, ya me habían pedido un texto en el que hiciera una crónica como ésta, pero otros asuntos me distraían, alcancé a garrapatear algo para corregir varias patrañas que habían conseguido arañando aquí y allá.

Por último, como Rodrigo no se puso de acuerdo con los chilenos donde habría de hospedarse, ni le dieron con qué hacerlo en algún lugar, ni se podía quedar con Cesar y Juana Celia, lo único que quedó fue que yo le diera asilo, y se quedó en departamento de la avenida Madero que entonces rentaba en sociedad con Luis Zárate, un cuate amante del ron que en varios sentidos ayudó a Ismael Durán a conseguir permisos y rentar departamento. Rodrigo durmió en la cama de Zárate que por esos días andaba en Guadalajara, una cama que tiempo después mandó a la basura sin importar que ahí hubiera roncado el profeta del nopal, el ídolo del rock rupestre.

- José Luis Engel (Ginger)


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